sábado, septiembre 17, 2011

Caminos



Despedirse, es iniciar al que se deja e iniciarse uno mismo, a la vez, en una relación compartida de otro modo, fuerte y poderosamente ligada a lo que sobrevive a la partida, a la mal entendida separación. No hay ausencia ni distancia, hay un nuevo territorio para el encuentro, pues nos hacemos oficiantes del recuerdo, de la celebración y del atesoramiento; nos volvemos coleccionistas, practicamos el escudriño de fragmentos, la excavación profunda en todas las dimensiones de la memoria, a través de las puertas que se abrieron, durante la reveladora tarea de conocernos. Se descubren entonces, innumerables luces y sonidos que, sin ausencia, no veríamos ni podríamos oír jamás, pues la presencia del que ha partido y de quien, simultáneamente, se queda, sería demasiado visible, demasiado ruidosa y demasiado tangible, para permitirnos apreciar las sutilezas de aquello que no percibimos, cuando estábamos cerca. La memoria nos abre horizontes hacia la comprensión y el entendimiento más acabado de lo vivido ayer y nos regala un conocimiento nuevo de los demás y de nosotros, nos permite crecer en esta comprensión posterior e ingresar a zonas de reconocimiento, aquellas que nos dan las herramientas para ser mejores caminantes, en este formidable viaje, donde el paisaje cambia, naturalmente, a medida que nos entregamos al movimiento y al instante presente, efímero y eterno en su dimensión espectral… y nos hace libres.



Las fotos pertenecen a Valery Olivares

jueves, febrero 05, 2009

Espejos Esféricos


En nuestro mundo físico, los espejos son estructuras constituidas por planos, pueden tener una dimensión o ser multidimensionales si se configuran estructuras con dos o más planos especulares y tanto lo uno, como lo otro, nos otorga una visión fraccionada que recibimos desde múltiples ángulos.


GALA&LINCON - Salvador Dalí

En el mundo interno, sin embargo, los ojos de nuestro ser interior miran hacia todos las zonas de nuestro propio paisaje a la vez, por lo que nos vemos reflejados, en forma simultánea en una sola imagen que, siendo multidimensional, es a la vez continua, fluctuante y en permanente movimiento. Cuando nos deslizamos, entonces, a nuestro mundo interno, ingresamos al centro de un espejo esférico.


Si bien, esto sucede en forma permanente, ya sea durante las vivencias oníricas u otras instancias de mayor apertura de conciencia, muchas veces, en la experiencia diurna y cotidiana, lo olvidamos. Tenemos así la impresión de que tales momentos son extraordinarios y poco frecuentes, siendo que son habituales y tan o más frecuentes que los que solemos recordar con mayor facilidad y que por ello gozan de tener prioridad a la hora de construir el panorama existencial de cada uno.


De esta manera, no le sacamos partido a nuestras experiencias más profundas y más genuinas, puesto que al no estar éstas sujetas a los códigos del intelecto, se desarrollan acorde al movimiento cíclico y fluctuante de las emociones, lo que desdibuja los contornos con que el pensamiento suele encubrir el devenir permanente del inconsciente subterráneo.


No explorar este territorio, nos priva de la completud en todo aspecto, empezando por el auto-conocimiento y extendiéndose a la comprensión del universo del que somos un pequeño y perfecto reflejo; esto es, un pequeño espejo esférico, dentro de una esfera especular mayor... hasta el infinito, como una matrushka interminable.


ENIGMA SIN FIN - Salvador Dalí

Habría que iniciar a conciencia, una exploración por aquellos lugares que visitamos en sueños o por esos a los que nos llevan nuestros recuerdos ,sin descartar los escenarios imaginados hasta donde llegamos en alas de atesorados anhelos.


Las pesquisas que realicemos pueden tornarse muy reveladoras y, sin duda, profundamente significativas para nuestra forma de mirarnos y mirar el contexto en que se desarrolla nuestra vida, agudizándose la capacidad de distinguir ciertos matices, ciertas formas, particulares combinaciones y sutilezas que conforman una imagen más completa e íntegra de la construcción de mundo que hemos venido haciendo, en todos los ámbitos, lo que nos reditúa el saldo a favor o en desmedro, de la forma en que usamos los recursos de que disponemos, para re-crear, constantemente nuestro viaje por la existencia, en tanto seres humanos, partes y reflejos del macro-mundo, por lo tanto, poseedores de múltiples dimensiones que es necesario conocer e integrar al gran proceso creativo en el que participamos, creando y re-creando, en ciclos de idas y retornos, la vida.

viernes, enero 30, 2009

Transiciones


El 15 de Septiembre de 1975, comenzó a funcionar el Metro de Santiago, tren metálico, subterráneo, limpio y veloz, gran novedad, gran avance en el camino hacia el desarrollo, con sus, en ese entonces, doce estaciones, delimitadas entre San Pablo y La Moneda, fue todo un suceso.


Hoy, en el 2009, ya no se dan acontecimientos como aquel, las novedades tecnológicas tienen un carácter transitorio, de mínima duración pues, son constantemente superadas y reemplazadas por otras, de este modo, nos enfrentamos, ocasionalmente, a otro tipo de acontecimientos; por ejemplo, descubrir una calle o una vieja plazuela que no ha sido remodelada, un pequeño rincón de la gran urbe olvidado por el progreso, entonces retornamos, nos agarramos a dos manos a la pura nostalgia y luego contamos, como anécdota, que una tarde o una mañana cualquiera, nos encontramos de golpe, cara a cara con la infancia, con el cuaderno de hoja verde o con las calugas a cincuenta centavos... Era Posmoderna, así se define nuestra época.


Las características atribuidas a la Posmodernidad, tales como, ausencia de pasado y de rostro propio, la perpetuidad de presentes desechables como modo de existencia, la negación de un proyecto social identitario por la realidad de una misma sociedad, etc, son síntomas claros del síndrome de transición que padecemos, está también manifestado en la existencia de múltiples prismas y ejes de pensamiento puestos en diálogo, lo que configura un escenario móvil y dinámico, al que se le puede sacar un gran provecho.


Lo que se entiende por fragmentación, puede entenderse también como apertura hacia un abanico de posibilidades de intercambio y creatividad, enriquecimiento ideológico y social, generador de ramificaciones variadas de un tronco común y, dada esta particular sintomatología, la enfermedad pasa a ser – de nosotros depende -, una fiebre benigna, un estado paradójico de metamorfosis que, encausado creativa y responsablemente en pos de la reconstrucción personal y social, que extienda lo divergente hacia el colectivo, promoviendo la confrontación, la hibridez y el feed-back constante, puede crear fuertes lazos de correspondencia, pasadizos transitables por los que se pueda ir y venir, reestructurando los mapas intelectivos que el Modernismo estableció.



El movimiento es siempre fructífero, la energía cósmica de la que estamos hechos, jamás detiene su danza, es la forma de re-producirnos en todos los ámbitos y es allí, en medio de este flujo energético permanente, donde debemos estar naturalmente, rescatando desde nuestro centro todo lo que somos, para aprender en conjunto a construir caminos de encuentro; lo crecedor está en la confluencia de individualidades cooperativamente, porque mirarse en el otro, en las diferencias del otro, es reconocerse e identificarse, puesto que en lo divergente está manifestada la fuerza creativa y la libertad de cada quien para mostrarnos, unos a otros, innumerables posibilidades de mundos, formas y propuestas dentro de un universo múltiple.

NOTA: Las fotografías mostradas en este post pertenecen a la artista Gricel Salazar. Su interesante trabajo puede ser apreciado en www.openphotperu.com